CINE || Los (no tan) Increíbles 2

 Hoy voy a hablar de una película que se estrenó hace meses y aunque la tuviera escrita la crítica desde hace bastante, no había podido subirla hasta ahora. 

¿Sabéis esa sensación de cuando estás conociendo a alguien y crees que va a tener una personalidad increíble que te va a enamorar hasta la saciedad? Y luego, ¿duele la hostia que te llevas cuando te das cuenta de que no es así y solo fue la imaginación jugando una mala pasada? Pues así es como se podría describir la película de Los Increíbles 2. 

Después de la infinita espera, Pixar anunció el estreno de muchas de sus películas en live action, es decir, interpretada por personas, como La Bella y la Bestia, Mulán e incluso Aladdin. También informó de secuelas de clásicos como Toy Story 4, Los Increíbles y Rompe Ralph. Nadie sabe cuál es el motivo de esta tendencia de alargar películas que ya estaban hechas y aunque, económicamente hablando, les haya salido bien la jugada, la trama de la película es una basura si tenemos en cuenta la expectación que se creó.  
Nadie dice que la película sea mala o que la trama sea lo peor, pero podría pasar perfectamente por una primera parte. Sí, empieza tal como acabó la primera, pero la historia no se relaciona más allá de esa primera escena y no es algo espectacular como para tardar casi quince años.  
También el mensaje de la película está demasiado metido con calza, como pasa últimamente en todas las elaboraciones de Hollywood: el feminismo. Está muy bien que las protagonistas estén empoderadas y no dependan de ningún hombre para salvar el mundo, pero de ahí a que pase igual en cualquier producto audiovisual, pues cansa. Es hipócrita que un mercado, formado por hombres en el que la mujer escasea de protagonismo, además de estar manchado por acoso y abusos reiterados, de repente les dé un montón de papeles importantes como no lo han hecho nunca en su historia. Lo peor de esta corriente es que no solo ha ocurrido en Hollywood, sino que se ve muy claro en otras series como las Chicas del Cable o Brave y Frozen del mismísimo Disney.  
Pese a toda esta lentitud en estrenar la película, ha sido todo un éxito y no se entiende por qué. Ni el público objetivo es el que fue en su momento, ni la espera ha merecido tanto la pena. 
 
Su primera película, hace catorce años, fue un exitazo de Pixar: una familia de súper héroes que vivían escondiendo su identidad y que salvaban a su ciudad de un súper villano. Diciéndolo así, parece una película de Marvel en vez de una de animación infantil. Resulta que la secuela de Los Increíbles ha llegado más tarde que un tren de Renfe – se podría decir en Extremadura, pero la situación de la ferroviaria española va más allá de una sola comunidad – y es que, el público que fue al cine en su momento a ver la primera parte ahora irá con sus sobrinas o con su grupo de amigas de la universidad.   (Sí, algo así como en el gif) 
Un ejemplo es la saga de Las Crónicas de Narnia, entre la primera y la tercera película hay solo cinco años pero que fueron más que suficientes para que la gente dejase de tener intriga para ver sus películas. Obviamente hay más factores que el tiempo, pero es una de las claves fundamentales de su declive.  En otras sagas, la gran diferencia es que entre una película y otra apenas había pasado un año o, los seguidores estaban tan consolidados que no querían perderse cualquiera de las siguientes partes, como es el caso de Crepúsculo, Star Wars o Harry Potter. En ninguna de ellas se habló de feminismo y, aunque sea necesario para conseguir la igualdad, su uso en exceso acabará desinformando más que dando voz al movimiento.  

Y aunque es innegable que el feminismo es pura actualidad, también es un producto más para vender dentro de una sociedad de consumo, algo que resulta más increíble que una película que se llama así.

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